El concepto “comfort food” se utilizó por primera vez en Estados Unidos en el año 1966. Apareció publicado en un artículo en el Palm Beach Post, en el que se hablaba de comida reconfortante asociada a los sentimientos que despertaba en quienes la tomaban. Te hablamos de seis “comfort foods” o recetas de platos de cuchara de nuestra cultura y te damos consejos para maridarlos, con la ayuda de la asesora gastronómica Eva Hausmann.
Brunch, lunch, brinner… La nueva terminología asociada a la alimentación y los momentos de consumo nos ha dejado un amplio catálogo de palabras en inglés entre las que se cuenta el concepto de “comfort food” (algo así como “comida confortable” en su traducción al castellano). La “comfort food” es un alimento que, más allá de sus propiedades nutricionales y gastronómicas, proporciona un valor nostálgico o sentimental, bien a quien lo consume o bien a una cultura o sociedad concretas.
El concepto “comfort food”, sin embargo, no es nuevo. Se utilizó por primera vez en Estados Unidos en el año 1966, publicado en un artículo en el Palm Beach Post en el que se hablaba de comida reconfortante asociada a los sentimientos que despertaba en quienes la tomaban. Sentimientos de nostalgia, de recuerdo de la infancia, de protección y de bienestar que, en nuestra cultura, se asocian sobre todo a recetas de platos “de cuchara” de los de toda la vida: escudella, cocido, fabada, gazpacho pastor…
Psicología y Comfort Food
¿Sabías que existen cuatro tipo de alimentos “confortables”? Según un estudio llevado a cabo entre estudiantes universitarios en Estados Unidos, se trata de alimentos nostálgicos, alimentos de placer, alimentos de conveniencia y alimentos de confort físico.
El estudio determinó que existe una relación directa entre la comida que elegimos y nuestro estado de ánimo, así como que hacemos selección deliberada de alimentos concretos, con el objetivo de modificar nuestro estado de ánimo. Así, a mayores cotas de estrés, por ejemplo, el estudio encontró que aumenta el consumo de alimentos de placer o conveniencia.
Seis «comfort foods» de nuestra gastronomía
La escudella i carn d’olla es una sopa típica de la gastronomía catalana, a base de verduras como zanahoria, nabo, apio, puerro o col verde, garbanzos, patata, butifarra negra o blanca, diferentes tipos de carne y huesos; quizá lo más característico de esta “comfort food” tan nuestra sea la pilota: una gran albóndiga alargada hecha con carne picada mezclada con tocino, huevo batido, miga de pan, ajo y perejil y dorada al fuego que, una vez cocida en el caldo de la escudella, se corta en rodajas para repartirla entre los comensales.
¿Cómo acompañamos nuestra escudella para disfrutarla más? Nuestra asesora gastronómica, Eva Hausmann, lo tiene claro: “Empezaremos por un entrante ligero que desengrase, como una ensalada de tomate y cebolla o un mix de encurtidos con cebolleta, pepinillos… Maridamos con cava o tempranillo. Y finalizamos con un postre ligero: naranja. Y, para los más valientes, una crema catalana”.
Seguimos con una de las “comfort food” más desconocidas de nuestra cultura: la olla aranesa, una olla de caldo con carne de olla típica del Valle de Arán. Se prepara con judías secas, patatas, fideos, verduras, carne de cerdo, de ternera, de pollo y de gallina, pelota y morcilla negra, y se trata de un plato de montaña que destaca por su alto aporte de energía, por lo que es muy adecuado para los días de frío. La elaboración es muy parecida a la de la “olla barrejada”.
¿Cómo acompañamos la olla aranesa? Nuestra asesora gastronómica propone como entrante “una ensalada refrescante. Para acompañar la olla, unas piparras. Todo regado por un vino tinto de la tierra. Y para finalizar un postre ligero: fruta, sorbete…”. Completo y delicioso.
Pocas recetas de platos de cuchara tan esperadas y especiales como los canelones de Sant Esteve, que en Cataluña comemos el 26 de diciembre. “Los canelones catalanes son una versión adaptada (e incluso mejorada) de los caneloni italianos. Esta adaptación es el resultado del ingenio de los chefs italianos que trabajaban en las cocinas de las adineradas familias burguesas del siglo XIX de Barcelona” (El Principal). Se preparan con la carne que ha sobrado de la sopa de galets que se toma en los hogares catalanes para la comida de Navidad, así que el tipo de carne que llevan puede variar bastante dependiendo de quién los cocine. Ternera, cerdo y pollo son las más comunes.
¿Cómo acompañamos los canelones de Sant Esteve? “Como entrante propongo unas verduras a la brasa” sugiere Eva Hausmann. En el capítulo de vinos “propongo maridar con sidra, tinto tempranillo joven, cabernet sauvignon o un cava”. Y ¿de postre? “Un sorbete” completa nuestra asesora.
El fricandó es la cuarta “comfort food” que hemos escogido de nuestra gastronomía. “Los orígenes de esta receta, aunque aparezca por primera vez en un libro del siglo XVIII, se remontan a la Edad Media. Por lo tanto, se trata de una de las recetas que más ha perdurado dentro de la gastronomía catalana. Esto se debe a su delicioso sabor y su sencillez. Para preparar fricandó solo necesitaremos: filetes de ternera, harina, tomate, cebolla, dientes de ajo, champiñones, aceite de oliva, un pellizco de sal, pimienta, medio vaso de vino tinto y otro medio de caldo de carne” (El Principal)
¿Cómo acompañamos el fricandó? “Con vino tinto garnacha tintorera, con una escarola con cebolla, vinagre y aceite como entrante, con piparras o mix de encurtidos para acompañar el plato y, para finalizar, con postres digestivos”
La zarzuela de pescado es una receta muy refinada, que se prepara con diferentes pescados de roca y mariscos cocinados en una cazuela de barro, con un sofrito y una “picada” típica catalana. El origen no está muy claro. Para Toni Massanés, director de la Fundación Alícia (Alimentación y Ciencia), es «la versión barcelonesa del suquet de pescado».
¿Cómo acompañamos la zarzuela de pescado? “Con un vino blanco seco o un cava en el capítulo de vinos” sugiere nuestra experta. “Para empezar, serviremos un entrante ligero, como unos espárragos blancos con aderezo de aceite de oliva. Y podemos acompañar la zarzuela con alioli, para darle un toque diferente”. ¿El postre? Una crema suave de limón, refrescante y ligera.
Y finalizamos con el cap i pota, que “no es más que cabeza de ternera hervida y deshuesada, junto con la pata del animal. Queda un guiso gelatinoso y nada graso. Es de esos platos pensados para mojar pan” (Al caliu de la cuina)
¿Cómo acompañamos el cap i pota? “Con un tinto o un blanco de la tierra, hablando de vinos” explica Eva Hausmann. “En cuanto a los entrantes y como en el caso de la escudella, empezaría por una ensalada verde para desengrasar, y unos pepinillos para acompañar el plato propiamente dicho”. Cuando comemos este tipo de platos, el postre “debe ser siempre algo suave, que ayude con la digestión: fruta, sorbetes… Aunque quizá nos quede hueco para una tarta de Santiago”. Con lo deliciosa que está, a nosotros seguro que sí. ¿Y a ti?
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